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Estamos en un estudio breve acerca de la doctrina de la perseverancia de los santos. Y, en cierta manera, empezamos a estudiar esta doctrina, debido al estudio en la epístola maravillosa de Judas. Y, en esta pequeña epístola, como ustedes recordarán que hemos estado estudiando los domingos por la noche, termina con ésta gran bendición. “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”. Esa es una declaración, una afirmación de la seguridad de nuestra salvación. Nuestro Señor puede guardarnos y presentarnos. Esto fue tan importante para nosotros, conforme lo estábamos estudiando, que quise enriquecer nuestro estudio de ese pasaje. Y entonces, la semana pasada y de nuevo esta semana, y quizás una sesión más la próxima semana, veremos esta doctrina tan, tan importante.

Ahora, si hay estado con nosotros en las últimas dos semanas, en cierta manera hemos establecido muchos principios de introducción, y no voy a repasar eso. Le recomiendo la serie entera, como verdades que son de las más alentadoras, las de – que proveen la mayor certeza, mayor consuelo, que producen la mayor esperanza de toda la verdad bíblica. La garantía de las Escrituras, y por lo tanto la promesa de Dios, es que la salvación es para siempre. Y, ésta es una doctrina que no permanece por sí sola. Ésta no es una que puede usted creer o no creer sin ningún efecto importante en otras doctrinas. De hecho, lo opuesto es el caso.

Entender esta doctrina de la perseverancia de los santos o la eternalidad de la salvación, entenderla mal, es producir caos con respecto a la doctrina de la predestinación, la doctrina de la elección, la doctrina de la justificación, la doctrina de la santificación, y la doctrina de la glorificación. Es, por así decirlo, deshacer todos los hilos en la cuerda de la salvación. Esa es la razón por la que dije al principio que éste es el elemento más importante en todo el rango de doctrinas de la salvación, y es este asunto de la perseverancia de los santos. Es finalmente lo que hace que la salvación sea la salvación, porque es para siempre.

Y, yo sé como usted también, que ha sido debatido como si fuera, me imagino, una doctrina difícil de entender, como si las Escrituras adoptaran ambas posiciones, si no fuera algo claro. Como si en cierta manera fuera un asunto de preferencia personal. Pero, la realidad del asunto, es que es un componente absolutamente crítico en el entendimiento entero de la salvación. Y, hay tantos pasajes de las Escrituras, que se relacionan con esto, que podríamos extender este estudio aun quizás más de lo que necesitamos hacer. Pero, suficiente decir que en unas cuantas semanas puedo anclarlo, creo, de una manera tan fuerte, que conforme usted estudie la Biblia en el futuro, usted va a ver cómo esos pasajes se relacionan con esto. Y, va a poder quizás responder esos pasajes que quizás le causaron algo de preguntas o turbación con respecto a este asunto.

Y, estaba pensando conforme me comencé a preparar para esta noche, en Mateo di… Capítulo 18. En Mateo capítulo 18. Simplemente uno de muchos textos que habla de este asunto. En Mateo 18:12, Jesús dice: “¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había desviado? Y si la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por ella, que por las noventa y nueve que no se desviaron. Por esto, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que uno de estos pequeños perezca”. Y, los “pequeños” en este capítulo, se refiere a los creyentes. De regreso ahí al versículo 6: “Estos pequeños son los que creen en mí, no es la voluntad de vuestro Padre, que uno de estos pequeños que cree en Él, que un creyente perezca, o se pierda”.

Ahora, nuestro Señor afirmó esa promesa en otro texto importante, Juan capítulo 10. Y, simplemente le voy a mostrar dos textos en el evangelio de Juan, a manera de cimiento aquí. En Juan 10 versículo 27, Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco”. Y, la palabra “conocer” tiene que significar, más que tan solo “sé quiénes son, porque eso sería el caso de cualquier persona, y de toda persona. “Conocer” entonces, “conocerlas” significa tener una relación personal e íntima con ellas. Las conozco y me siguen, y les doy vida eterna, y nunca perecerán”.

Jesús dijo: “No es la voluntad de mi Padre que ninguno de estos pequeños se pierdan”. Y, aquí Él dice que nunca perecerán. “Nunca se perderán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”. Somos sostenidos en las manos seguras del Padre y del Hijo.

En el capítulo 17 de Juan, en esa maravillosa oración Sumo Sacerdotal, a la cual nos referimos en estudios previos, en el versículo 11, Jesús dice: “Yo ya no estoy en el mundo”. Él sabe que va a la cruz y su ministerio aquí se acabó. Sin embargo, ellos están en el mundo, refiriéndose a los que le pertenecen. “Y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre. El nombre que tú me has dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.

Padre, yo voy a ir a la cruz. Yo voy a llevar el pecado. Guárdalos y tráelos a esa unidad eterna que tú has preparado para ellos. Versículo 12: “Mientras que yo estuve con ellos, yo los estaba guardando en tu nombre, que tú me has dado. Y yo los guardé y ninguno de ellos se perdió, solo el hijo de perdición, Judas, par que la Escritura se cumpliese”. Y claro, él fue un diablo desde el principio y nunca un creyente verdadero.

No es la voluntad del Padre que perezcan o que se pierdan. Jesús sigue eso diciendo: “Y ninguno de ellos perecerá”. Y, Él dice: “Yo los he guardado para asegurarme de que no se pierdan. Y ahora Padre, te los entrego a ti. Guárdalos tú para que ninguno de ellos se pierda”. En el versiculo15, Él dice: “No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno”. El que quiere robar sus almas, robar su fe, robar su salvación, si fuera posible.

Con declaraciones como esas y muchas, muchas más, debemos encontrar la confianza de que aquellos que de manera genuina son hijos de Dios, a través de la fe en Cristo, están seguros en esa relación para siempre, y nunca perecerán. Si usted cree en el Señor Jesucristo, usted nunca se perderá, nunca perecerá. La salvación es el regalo de la vida eterna. Y, aquellos que la reciben, nunca la pierden.

Y, eso es tan esencial para entender la salvación, que realmente nos sorprende que muchos lleguen a estar abiertos a la pregunta. Y, sin embargo hay muchos, muchos cristianos, muchos de ustedes que han negado la dulzura de esa confianza, que han negado el gozo de esa confianza, que han negado la paz de esa confianza, la esperanza de esa confianza, la certeza de esa confianza, el descanso, la tranquilidad que esa confianza trae.

A tantos se les ha dicho que va a perderse, a menos de que se aferren a su confesión. A menos de que se aferren a su fe. A menos de que se aferren y continúen creyendo por sí mismos. Y, le dije en nuestro primer mensaje hace dos semanas atrás, que si yo pudiera perder mi salvación, la perdería. Si yo estuviera a cargo de ella y tuviera que aferrarme, no lo haría, porque no puedo. No puedo producir mi salvación por un acto de mi propia fe. Tampoco puedo sustentarla de esa manera.

Es algo terrible decirle a la gente: “Tienes que aferrarte”. Bueno, ¿qué tan fuerte te tienes que aferrar, sostener? Bueno, tienes que vivir de manera justa. Bueno, ¿qué tan justa? Bueno, ¿qué tan justo tienes que vivir? Y entonces, la gente está en medio, atrapada en esta idea de duda, de temor, y ansiedad innecesaria preguntándose qué tan lejos pueden ir en el pecado, y no perderla. O, cuánto pueden dudar y no tener una fe que no sea salvadora.

Este es un rechazo de la naturaleza tan clara misma de la salvación, de la promesa tan clara de Dios. Entonces, es un pecado en el sentido que subestima lo que Dios ha hecho, disminuye la gratitud, porque disminuye el entendimiento. Y, al disminuir en gratitud, disminuye en adoración.

Y, me parece interesante que en las iglesias que históricamente son pentecostales carismáticas, hay una negación de la eternalidad de la salvación. Hay una negación de la perseverancia de los santos. Hay una negación de la doctrina de la seguridad. Lo cual tiene que disminuir su entendimiento de la salvación. Lo cual entonces tiene que disminuir su entendimiento de la justificación, santificación, elección. Por lo tanto, disminuye a Dios, disminuye su gratitud hacia Dios, el gozo que deberían tener. Sin embargo, me parece tan interesante, que su nivel de emoción trasciende el nivel de emoción de la gente que entiende esa doctrina. Lo cual lo hace sentir a uno, como si estuvieran tratando de convencerse a sí mismos de que todo está bien, aunque van en contra de su instinto real.

Porque debemos recibir con gozo pleno, con gratitud plena todo lo que Dios nos ha dado. Y, debido a que debemos responder con alabanza plena y adoración plena todas las promesas de Dios, y darle gloria a Él por todas ellas, debemos estar claros en esto, la promesa de mayor gracia en la doctrina de la salvación.

Ahora, entiendo que la doctrina de la justificación es en cierta manera la cabeza noble de todas las doctrinas de la salvación, y entiendo la maravilla de la doctrina de la reconciliación, y la redención, y el rescate, y la adopción, y la conversión, y la regeneración. Entiendo todos esos términos y en todo eso. Pero, al final lo que hace que todas estas tengan un valor tan infinito, y produzcan un gozo tan duradero, es que todas son para siempre. Tan pronto como usted saca eso, usted ha disminuido todo. Y, como dije la semana pasada, cualquier idea de la salvación que deja fuera la seguridad, es una distorsión de la verdad. Y, cualquier idea de la seguridad que deja fuera la perseverancia, es una distorsión de la verdad.

Entonces, si usted ha llegado a ser salvo, usted nunca puede perderse. Pero, si usted ha sido salvo, usted no va a vivir una vida que presume de eso. Con tanta frecuencia, la gente supone que entra y sale del pecado como quiere, porque usted no puede perder su salvación. Porque si usted verdaderamente se ha convertido, usted ama la Ley de Dios, usted anhela obedecer a Cristo. Y, así es como usted va a vivir. Y, como consecuencia su fe, es una fe perseverante.

Estamos seguros en la salvación por el regalo de Dios, de una fe que persevera. Él no solo nos da la fe para salvarnos, como un regalo sobrenatural y después la quita. Entonces, y ahora estamos atorados al tratar de generar nuestra propia fe para aferrarnos a nuestra salvación por nosotros mismos. Él nos da una fe como un regalo permanente que persevera. Esa es la razón por la que en lugar de hablar de seguridad eterna, la cual afirma una verdad, pero, no nos dice cómo, más bien hablamos acerca de la doctrina de la perseverancia de los santos, queriendo decir que tenemos una fe que nunca se convierte en duda, llegando a un punto tan severo, como para convertirse en incredulidad.

Tenemos nuestros momentos de duda, tenemos nuestras luchas, pero, nunca nuestra fe se convierte en duda final, en duda completa y negación. Estamos seguros por la misma fe sobrenatural que nos fue dada, para que pudiéramos creer salvíficamente, y somos sustentados por el regalo de esa misma fe sobrenatural. La salvación no puede fracasar, porque la fe no puede fracasar. La fe que ha llegado a nosotros, viene de Dios.

Ahora, en esta noche, para que veamos esto, quiero que pase a 1 Pedro capítulo 1. En cierta manera introducimos eso la última vez. Y, quiero que avancemos a lo largo de esto en esta noche. 1 Pedro 1 versículos 3 al 9. Y, espero que podamos avanzar a lo largo de todos estos versículos. Ahora, ésta epístola maravillosa comienza con la doctrina de la elección, en el versículo 1, somos elegidos. Y, después pasa a la obra santificadora del Espíritu, obediencia a Cristo siendo rociados con su sangre.

Y entonces, de manera evidente, es una epístola dirigida a los elegidos, a aquellos que han sido santificados por el Espíritu, a través de la justificación, para glorificación. Y, él llega al versículo 3 y comienza a desarrollar la bendición de esta salvación. La cual comenzó en la eternidad pasada con la elección, y fue cumplida en el tiempo, a través de la obra santificadora del Espíritu en nuestras vidas, para producir sumisión al Señorío de Cristo. Y, quiero que observe dónde comienza. Es como si Pedro dijera: “Yo reconozco que son los elegidos, reconozco que son aquellos a quienes Dios ha escogido, y a quienes el Espíritu ha apartado del pecado a Dios. Reconozco que son aquellos que obedecen a Jesucristo. Reconozco que han recibido la gracia y la paz, en la medida más plena”.

Inmediatamente él dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Y, él pudo haber dicho: “Por la doctrina de la elección, por la verdad de la justificación, por la verdad de la santificación, por la verdad de la glorificación, por nuestra redención, por nuestra regeneración”. Cualquiera de esos términos gloriosos. Pero, observe lo que dice; “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Esto es una doxología. Esta es una bendición en respuesta a nuestra salvación.

“Que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”. Y, aquí llega a la declaración clave: “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis”. ¿En qué se alegran? Se alegran en el hecho de que tienen una esperanza viva, que tienen una herencia que no puede perecer, que no puede ser contaminada, que es inmarcesible, que ahora está reservada en los cielos para ustedes, y que ustedes son guardados por el poder e Dios mediante la fe.

“En esto que se alegran, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, la cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

Pedro dice: “Miren, lo que produce el gozo, lo que – aquello en lo cual se alegran grandemente, lo que hace que alabe y glorifiquen, y honren a Dios, lo que los llena con gozo inefable y lleno de gloria, es que el resultado final de su fe, es la salvación plena y final reservada para ustedes en la venida de Jesucristo, en la revelación de Jesucristo”. Este es el punto entero. Este es el punto completo. Este es el pasaje. Como cualquier otro en las Escrituras, que me dice cómo en el corazón de todos los asuntos de la salvación, se encuentra este asunto de la perseverancia. La frase clave que usted debe subrayar sería – estaría en el versículo 5: “Que sois guardados o protegidos por el poder de Dios”.

Ahora, el versículo 1 nos dice que Pedro le estaba escribiendo a extranjeros. Esto quiere decir cristianos viviendo en el mundo y son extranjeros, como somos en este mundo. Cristianos, creyentes que son elegidos, que han sido santificados por el Espíritu. Eso incluye su salvación y santificación continua. Aquellos que están obedeciendo a Cristo, habiendo sido rociados con su sangre. Eso es un sentido, habiendo hecho una obediencia de pacto con Él.

Y, él escribe a estos creyentes que están esparcidos en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Todas esas son partes gentiles del mundo. Y, él le está escribiendo a creyentes que no solo están esparcidos, dispersos, si no que están sintiendo persecución seria. En el capítulo 2, en el capítulo 3, en el capítulo 4, e inclusive hasta cierto punto, en el capítulo 5, se hacen referencias a que están sufriendo. Entonces, Pedro le está escribiendo a creyentes que están dispersos en Asia menor, la cual es la Turquía moderna. Están enfrentando persecución severa, en algunos casos están enfrentando la muerte, el martirio. Y, estos creyentes tienen un temor natural por sus propias vidas, y un temor su propia fidelidad.

Ahora, recuerden que no tienen una Biblia, no tienen las Escrituras. No necesariamente conocen la doctrina de la perseverancia de los santos. Entonces, tienen que ser instruidos. Colóquese en su lugar. Usted ha venido a Cristo, usted está en un mundo gentil, usted solo conoce el evangelio que ha oído, y lo demás en lo que se le ha instruido. En el mejor de los casos es usted un neófito, usted es nuevo. Y, siente el calor del mundo a su alrededor y la presión del mundo a su alrededor. Y, ahora también siente la hostilidad que se está incrementando hacia la fe. Y, usted ve que otros están siendo perseguidos, y quizás algunos están siendo martirizados. Y, usted se pregunta, si su fe va a poder aprobar, si su fe va a poder enfrentar la prueba.

Eso no es demasiado exagerado, ¿verdad? Supongo que usted se ha hecho esa pregunta, yo me he hecho esa pregunta a lo largo de mi vida. ¿Qué haría si estuviera yo aquí de pie ante la estaca, o si estuviera ahí ante la guillotina listo para colocar mi cabeza para que me decapitaran? ¿Qué haría? ¿Qué haría si fuera torturado de una manera horrenda? Con todo lo que sé, creo que en este punto en particular, el Espíritu de Dios llevaría a cabo su obra en mí, y enfrentaría la prueba, y pasaría la prueba. Pero, si no tuviera lo que la Palabra de Dios tiene que decir acerca de eso, y en cierta manera dependiera de mi propia capacidad para enfrentar esa prueba severa, podría comenzar a preguntarme, si podría llegar a probarla.

Y entonces, aquí tiene usted estos creyentes nuevos, y es muy normal para ellos el no confiar en su propia fe, y no confiar en su propia fuerza. Y, son extranjeros en el mundo, son ciudadanos del cielo. Pedro los llama un real sacerdocio, piedras vivas en el templo de Dios, un pueblo que son posición de Dios, le pertenecen a Él. Y, algo que es seguro, es que no necesitan temer. No necesitan sentirse intimidados. No necesitan turbarse por la persecución. Nunca necesitan temer que su fe va a fallar cuando enfrenten la prueba.

De hecho, en el versículo 7 dice: “Cuando vengan diferentes pruebas”. Versículo 6: “Se vuelve la prueba de fe, la cual más preciada que el oro, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. En otras palabras, él dice – lo que les dice ellos, es cuando lleguen a la prueba y lleguen al fuego, su fe verdadera se va a manifestar. Es realmente lo opuesto de lo que creen. Se les ha dado un tipo de fe que brilla en el fuego. En el versículo 5: “Son guardados por el poder de Dios mediante la fe”. En el versículo 8: “No importa lo que esté pasando, ustedes creen en él”. Versículo 9: “El fin de su fe es la salvación de sus almas”.

De eso estamos hablando. Es la doctrina de la perseverancia de los santos. U otra manera de decirlo, es la fe perseverante, fe que persevera. Eran guardados por el poder de Dios, mediante la fe que Él les dio. Usted no tiene que decirle a la gente: “Bueno, si usted puede continuar creyendo, puede mantenerse salvo”. Yo no puedo ser salvo por mi propia fe. Yo no puedo ser guardado por mi propia fe. Esa es la razón por la que dije que si pudiera fallar, fallaría. Pero, no puedo fallar, porque tengo una fe que es un regalo de Dios.

El punto es muy parecido al de Judas, y estoy seguro que la enseñanza de Judas está vívida en su mente. “Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados, guardados para Jesucristo, por Jesucristo”.

Ahora, estas personas a quienes Judas les escribió, tenían mucho que temer, porque estaban en un mundo de enseñanza falsa. Y, se les estaba diciendo que fueran y alcanzaran a aquellos que estaban en sistemas, en sistemas religiosos falsos. Y, era un trabajo peligroso, como dice en el versículo 23: “Porque están ustedes arrebatando a gente del fuego”. Y, tienen que hacer esto con temor, odiando aun la prenda de ropa contaminada por la carne. Se acerca usted a la doctrina falsa y puede ser contaminado por ella. Quizás se estaban preguntando: “¿Podemos entrar a ese mundo de doctrina falsa y salir sin ser contaminados?” Y, esa es la razón por la que les dice al final de Judas: “Aquel que es poderoso para guardarlos sin caída. Ustedes son los escogidos, son los guardados, y ustedes no van a fallar”.

Si Pedro creyera y si fuera verdad que los creyentes pudieran perder su salvación, él hubiera tenido que decir algo muy diferente que esto. Si los creyentes ahí hubieran estado preocupados acerca de que si sobrevivirían la persecución, preocupados si iban a sobrevivir o no al martirio. Preocupados si su fe se iba a mantener fuerte, si realmente dependía de ellos, Pedro habría escrito esta carta de manera muy diferente. “Aguanten, aguanten. No abandonen la fe. Sean fieles, sean verdaderos”. En lugar de esto él dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Todo está en sus manos. El que los escogió, el que los conoció de antemano, que los santificó, el que les dio la gracia y paz en la medida más plena, todo está en sus manos. Y, según su grande misericordia, Él los ha regenerado, para que tengan una esperanza que vive para siempre, para una herencia que nunca puede desvanecerse. Ustedes son protegidos por el poder de Dios, mediante la fe, etcétera, etcétera.

Si esto dependiera de ellos, él no pudo haber dicho todo eso. Pero, Pedro no les da dosis de empatía, de compasión. “Oh, yo entiendo. Bueno, aférrense, aguanten”. Él no indica que sus temores son legítimos, si no que él más bien señala a su seguridad absoluta. Ellos podrían perder todas sus posesiones terrenales y sus vidas, pero, nunca su salvación, su herencia celestial es fija, y está garantizada por Dios. Y, su fe soportará y perseverará en medio de todo y de cualquier cosa, debido a que esa fe no es una fe natural, es un regalo de Dios, es sobrenatural. Y, su amor hacia Cristo va a permanecer en contra de todos los ataques, y nunca va a fallar.

Observe la palabra “guardados”, por un momento en el versículo 5. Es una palabra fuerte, phrouroumenous. Es un término milita. Indica el ser guardado por soldados. Tiempo presente, constantemente bajo la guardia de una fuerza protectora poderosa. Aquellos que le pertenecen a Dios, son guardados perpetuamente de todo enemigo, hasta que la guerra se acabe, y la victoria sea alcanzada. “Guardados”, de regreso al versículo 5: “Por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada”.

Con frecuencia decimos: “Bueno, yo fui salvado hace 20 años atrás. Fui salvado hace 2 años atrás. Fui salvado hace 3 meses atrás”. Eso es verdad y sería igual de apropiado el decir: “Estoy más cerca de mi salvación, de lo que jamás he estado”. Es verdad. Fui salvado de la paga del pecado en el pasado, cuando creí la justicia de Cristo, me fue imputada, y mi pecado le fue imputado a Él. Yo he sido salvado, también es verdad decir: “Estoy siendo salvado. Fui salvado de la paga del pecado. Estoy siendo salvado en la actualidad del poder del pecado, el cual ya no tiene dominio sobre mí. Pero, hay un elemento de mi salvación que todavía no se ha llevado a cabo. Y entonces, estoy más cerca de mi salvación, de lo que jamás he estado. Seré salvado de la presencia misma del pecado”.

La salvación que el Señor determinó desde antes de la fundación del mundo darme, no está completa, si no hasta que ese elemento final sea cumplido. Él no comienza, Él comienza a salvar a personas y después se detiene. Pablo dice: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, ¿qué? La perfeccionará o la completará”. Hemos estado y estamos siendo protegidos para una salvación que está por ser revelada. No conozco otra manera más fuerte en la que usted pueda decir eso. Protegido, ¿por qué? Por el poder de Dios. Guardado, ¿por qué? Por el poder de Dios. Mediante, ¿qué? Mediante la fe para esa salvación, que es nuestra gloria final.

Permítame en cierta manera desmenuzarle este pasaje. Y, no le voy a dar muchos detalles, pero, quiero que lo entienda, porque es tan maravilloso. Le voy a mostrar seis maneras en las que somos guardados. Seis maneras. Y, ya básicamente las he resumido, se las he resumido, pero, lo voy a analizar un poco. Seis maneras en las que somos protegidos.

Número uno. Somos protegidos o guardados mediante una esperanza viva. Seis maneras en las que sabemos que somos guardados, a través de ella. Una, es una esperanza viva. Versículo 3: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”.

Ahora, hemos sido renacidos. Hemos renacido. Hemos sido regenerados. Se nos ha dado una vida nueva. Es la vida de Dios. Es la vida eterna, la cual no es duración de vida, si no tipo de vida. Es la vida de Dios en nosotros. Hemos sido regenerados en esta nueva vida. Y, en esta nueva vida, experimentamos como parte de esa vida, una esperanza viva. Toda nuestra nueva vida está vivo de manera sobrenatural y espiritual. Nuestro gozo es un gozo vivo. Nuestra paz es una paz viva. Y, nuestra esperanza es una esperanza viva. ¿Qué significa eso? Es lo opuesto de una que muere. No puede morir. No tenemos una esperanza que muere, si no una esperanza que vive.

En el versículo 13 del mismo capítulo: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. Dejen de preocuparse, porque si van a sobrevivir o no el sufrimiento. Dejen de preocuparse porque si van a poderse poner de pie ante el tribunal de los hombres, y mantener su fe y su testimonio, para Jesucristo en esa hora. Dejen de temer eso y comiencen a fijar su esperanza en la gracia que les será traída en la revelación de Jesucristo. Vivan en esperanza. Esta es una esperanza que no puede morir, porque esta es una vida que no puede morir.

En 2 Tesalonicenses 2 versículo 16, 2:16: “Y el mismo Jesucristo nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza para por gracia, conforte vuestros corazones”. Cuando usted vive en este mundo, no debe vivir con temor, ansiedad, pánico, preocupación porque el diablo le va a quitar su salvación, o de alguna manera la va a perder. Dios no quiere que viva así. Él lo ama. Y, Él le ha dado consuelo eterno y esperanza buena por gracia. Así que conforte y fortalezca su corazón con eso.

En Romanos capítulo 5, los versículos de apertura de ese capítulo, celebran esta esperanza. “Hemos sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia, en la cual estamos firmes y – dice él – nos gloriamos en la esperanza”. Y, en el versículo 5: “Y la esperanza no avergüenza”. El Señor no le dio una esperanza que puede avergonzar o morir. Él le dio una esperanza viva.

Colosenses 1:3, Pablo dice: “Siempre orando por vosotros, damos siempre gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que está guardada en los cielos”. Damos gracias a Dios por ustedes, porque tienen una esperanza eterna, una esperanza que siempre vive y nunca muere.

Tito capítulo 1 versículo. Esto es tan maravilloso. “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, por la fe de aquellos elegidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad”. Escuche esto: “En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, prometió – en la siguiente frase – antes de que el tiempo comenzara”. Antes de que usted llegara a vivir. Antes de que llegara a haber una creación, Dios prometió vida eterna, y Él no puede mentir. En Tito capítulo 2 versículo 13: “Estamos esperando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús”.

Estamos protegidos por esa esperanza viva. En contraste con las esperanzas humanas, que se desvanecen y mueren. Esta esperanza no puede desvanecerse, no puede morir, no puede decepcionar. Hebreos 6:19 dice: “Tenemos esta esperanza como segura y firme ancla del alma”. Nuestra esperanza no puede morir, debido a que nuestra fe no puede fallar. Nuestra esperanza no puede morir, porque nuestra fe no puede morir.

Ahora, observe de nuevo, de regreso a lo que Pedro dice. Versículo 3: “Tenemos una esperanza viva, segura mediante la resurrección de Jesucristo de los muertos”. Toda nuestra vida eterna está segura, por el hecho de que Él conquistó la muerte. Pero, observe el versículo 4: “Para obtener” – para una herencia – “esta es nuestra esperanza. Una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”.

Simplemente me encanta el hecho de que el escritor no va a hacer solo una declaración, sino quiere hacer cuatro para esos que están dudando allá afuera. Será suficiente decir: “Tienen una esperanza viva a través de la resurrección de Jesucristo de los muertos, para obtener una herencia”. ¿Muy bien? Pero, si voy a recibir una herencia, eso es suficiente para mí. Pero, él añade: La cual es “incorruptible”, en caso de que duden. Y, si todavía están dudando, “incontaminada”. Y, si todavía están dudando, “inmarcesible”. Y, si todavía están dudando, “reservada” en los cielos para vosotros.

Digo, ya se acabó el pero, pero, pero, pero, pero. Se nos garantiza una herencia incorruptible, aphthartos     , no susceptible a la corrupción. No susceptible a que se desvanezca. Y, la palabra puede significar, “no puede ser robada por un enemigo”. “Nadie puede robarlos de mi mano”. Es ese pasaje de Juan 10, o es ese pasaje de Romanos 8: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” Y, trae una acusación que sea válida. Dios ya nos justificó.

Nuestra herencia no puede ser robada, no puede ser robada por ningún enemigo, por Satanás, los demonios. Es eterna, es indestructible, está protegida por Dios. Y, después añade la palabra, “incontaminada”, amiantos, no manchada, no sujeta de efecto, no capaz de fallar. Y, después él añade amarantos, inmarcesible. No se va a desvanecer, no puede disminuir. En toda manera en la que puede decirlo, él lo dice.

Todos hemos sido expuestos a Grecia últimamente con los Juegos Olímpicos allá, y una mirada fascinante a la vida humana, claro. En una de las islas de Grecia, hace algunos años atrás, algunas personas y algunos hombres que estaban trabajando, estaban haciendo excavaciones en una – en un área subterránea de tumbas antiguas. Y, llegaron a encontrar un sarcófago de mármol magnífico, el cual era donde colocaban a los cuerpos muertos en las épocas antiguas. Una inscripción en griego, de acuerdo con un historiador, le informó al que estaba trabajando, que ahí estaba enterrado el cuerpo de Chrysohoe, la única hija del cabello dorado de Sopyrus, el Rey de Milo.

Y, cuando se quitó la tapa y los rayos de luz brillaron y entraron, se abrió un panorama que emocionó a los espectadores con sorpresa y maravilla. Ahí en ese sarcófago sellado, ahora abierto, se encontraba la princesa embalsamada, vestida con túnicas maravillosas, y adornada de joyas antiguas. Se reportó que ella tenía un cabello largo y lujoso, peinado con un círculo dorado, que formaba un marco para su rostro y su costado.

Después de un sueño de casi 3000 años, ella se veía tan fresca y hermosa como si hubiera sido sepultada tan solo unos días antes. Pero, el escritor dice y cito: “Mientras que los espectadores cautivados observaban y disfrutaban de esa vista exquisita, aire fresco entró en el sarcófago. Y, de pronto la visión hermosa se colapsó y se desmoronó, y se desmoronó en cenizas. Nada permaneció en la tumba fría de mármol, más que un puñado de cenizas mezclado con joyas”, fin de la cita.

Así es con la belleza terrenal y el gozo terrenal. Todo se desmorona. Pero, no con nuestra herencia celestial. Todo en esta vida está sujeto a corrupción. Todo en esta vida está sujeto a la putrefacción. Todo está sujeto a desvanecerse, pero, nuestra salvación es incorruptible, incontaminada, inmarcesible, ¿por qué? Porque no es parte de este mundo, no es humana. Y, él dice eso. Regresen. “Reservada en los cielos para vosotros”.

Y, debido a que está ahí, no es corruptible, está más allá de la corrupción. Está afuera de la capacidad de la corrupción. Está reservada en el cielo para vosotros. Y, en el cielo no hay corrupción, ¿verdad?

Y, ese verbo “reservada”, perfecto pasivo participio de tēreō, de guardar o de proteger. Perfecto pasivo significa que ha estado y continúa siendo protegida ahí, en el lugar más seguro en el universo, el cielo. Y, ¿se acuerda usted de las palabras de Jesús que citamos esta mañana? “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan. Sino haceos tesoros en el cielo, donde la polilla y el orín no corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”. El lugar más seguro en el universo es el cielo, ¿verdad? Ahí es en donde su herencia eterna está reservada.

Y, está protegida ahí, para ser revelada en el tiempo final. Observe el versículo 5: “Para la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”. Una salvación que está preparada, hetoimos, quiere decir presente, preparada, lista. 2 Corintios 10:16, es traducido, “aquello que ha sido logrado. Ya está hecho. Ya está hecho”. Cuando Jesús dijo en Juan 14: “Voy pues a preparar lugar para vosotros”, ¿qué estaba diciendo? Espero que se aparezcan, o voy a tener que rentárselo a alguien más. Si Él va a preparar un lugar para ustedes, Él dice: “Voy a regresar y voy a venir por ustedes. Y, no va a haber nadie más en su lugar, más que ustedes”.

Estamos protegidos, hasta que la salvación que está por ser manifestada en el tiempo postrero, cuando lleguemos cara a cara con el Señor, sea a través de la muerte o su venida, para recibir la herencia que ahora en este momento ya está en su lugar, ya preparada, esperando nuestra llegada. Y, no van a ver muchas habitaciones vacantes en la casa del Padre, porque las personas para quienes fueron preparadas, no se aparecieron.

“Guardados”, es un término militar. Y, el tiempo del verbo habla de acción continua. Siempre está siendo protegida. Siempre está siendo protegida. Y, protegida mediante la fe. Subraye eso. Esa es la clave, esta es la razón por la que hablamos de la perseverancia de los santos. Porque si usted es verdaderamente salvo, usted tiene una fe que dura. Eso lo lleva de regreso a 1 Juan 2:19: “Salieron de nosotros, porque no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros; habrían permanecido con nosotros; pero salieron de nosotros para que se manifestase que no todos son de nosotros”.

El punto es este. Dice usted: “Bueno, ¿qué hay acerca de la persona que cree por un tiempo y se aparta?” Esa fue fe humana, no fue el regalo de Dios. Ellos nunca fueron genuinamente salvos, si de manera genuina hubieran venido a Cristo. Si de manera genuina se hubieran arrepentido y creído. Si de manera genuina hubieran recibido ese regalo de fe salvadora. Si verdaderamente y de manera honesta hubieran abierto su corazón a ese regalo por parte del Señor, ese regalo habría estado ahí hasta el final. Nuestra fe continua en Jesucristo, es el instrumento mediante el cual Dios nos protege.

Entonces, conforme usted ve esta idea de protección, somos protegidos mediante una esperanza viva, o experimentamos esa protección, la realidad de esa protección a través de nuestra esperanza viva. Y, en segundo lugar, como señalamos en el versículo 5, somos protegidos por el poder mismo de Dios. Somos protegidos por una esperanza que no puede morir, y somos protegidos por un poder que no puede fallar. Un poder que no puede fallar.

El poder de Dios es ilimitado. El poder de Dios es soberano. El poder de Dios es supremo. El poder de Dios nunca, nunca puede fallar. Usted podría revisar escritura tras escritura – no voy a tomar el tiempo de hacer eso. Ustedes siempre son tan pacientes conmigo. Y, el domingo pasado por la noche me tardé tanto, que voy a, voy a terminar antes hoy, para tratar de compensar por ese tiempo ocasionalmente, por esa vez. Pero, la Biblia es bastante clara acerca del poder de Dios. Pero, si usted está dudando del poder de Dios, podría recordar simplemente que Él creó el universo. Eso de cierta manera sería suficiente para cubrir la discusión. Y, si usted todavía está dudando, el creó el universo de la nada. Y, si usted todavía duda de cuánto poder tiene Él, Él creó el universo al hablar, e hizo que existiera de manera totalmente madura. Y, si usted todavía está dudando, Él hizo que existiera y que fuera plenamente maduro en seis días, y Él pudo haberlo hecho en seis milisegundos, pero, Él estableció un patrón de vida para nosotros, con la idea de una semana.

Este es nuestro gran Dios poderoso. No solo creó el universo, si no que Él sustenta el universo, Él lo mantiene existiendo. Cuando Einstein llega al final de su vida y dice: “Después de todos mis estudios y todos mis descubrimientos”, él dijo. De hecho, él dijo, no en estas palabras exactas: “Muero desilusionado, incompleto, porque nunca pude descubrir el poder que hace que todo se mantenga existiendo”. Está bien entender el átomo. Está bien entender cuáles son los componentes del átomo, qué hacen. Está bien llegar a los elementos más minúsculos de la existencia de la materia y la energía, pero, al final él no pudo descubrir qué fue. Y, debido a eso, hubo un gran desánimo, una gran decepción, una gran desilusión.  

Lo que es simplemente, es el poder de Dios, el poder de Dios. Y, es ese mismo poder que nos guarda. Y, el medio que Él usa para guardarnos, es al darnos una fe que no muere. Y, si hubo un momento en el que usted creyó y ahora no cree, si hubo un momento en el que usted tuvo un interés en Cristo y ahora no lo tiene, si usted es indiferente hacia el Señor y no tiene un hambre y una sed hacia Él, si usted no tiene deseo por su Palabra, si usted no lo ama y anhela servirlo, si usted no quiere conocerlo, si usted no tiene una confianza continua en Él, si usted no vive su vida en la esperanza de la gloria eterna, entonces lo que usted haya o no haya hecho en el pasado, usted no es cristiano. Usted no es cristiano.

Porque los cristianos viven por fe, una fe perseverante sustentada. No es de manera independiente de nuestra voluntad. Es en armonía perfecta con nuestra voluntad. Permanecemos firmes, pero no pasivos. Estamos activos en perseverar. Estamos buscando a Cristo con todas nuestras fuerzas. Estamos buscando la obediencia. Estamos anhelándola, deseándola. Odiamos el pecado, amamos la justicia. Estamos activos en este proceso de perseverar. Esta es la razón por la que podemos llamarla perseverar.

Es un tipo de fe que cautiva nuestra mente y cautiva nuestras almas, y las hace que se enamoren de Cristo, y se enamoren de su Palabra, y se enamoren de su ley, y que deseen servirlo. Todo nuestro ser, todos nosotros busca honrar a Cristo, y vivimos en un tipo de estado de tristeza, porque no hacemos lo que queremos hacer, y no hacemos lo que debemos hacer. Y, nos encontramos en Romanos 7, cansados del pecado que todavía permanece en nosotros.

Entonces, Pedro dice: “¿Están preocupados porque si su fe va a soportar estas pruebas terribles severas? No se preocupen. No se preocupen”. Y, Jesús dijo y estudiamos esto apenas la semana pasada: “Cuando los lleven ante la sinagoga y ante las autoridades y los reyes, no se preocupen. No se afanen, el Espíritu Santo les va a mostrar lo que deben decir”. Y entonces, dicen lo que deben decir, y dirán lo que deben decir. Permanecerán fieles y darán su testimonio de Jesucristo, en la peor situación posible, porque ese es el regalo de la fe que han recibido por parte de Dios, sustentado por el Espíritu Santo.

Entonces, somos protegidos, protegidos por una esperanza viva. Somos guardados, guardados por una esperanza viva. Guardados por un poder divino, una fe que es un regalo de Dios. Pero, es una fe viva, no pasiva. Es una fe con iniciativa, no una débil. Es una fe que busca, no una que huye. Y, anhelamos la salvación que está lista para nosotros, para que sea revelada en el tiempo postrero. Hay cuatro más de estos medios o experiencias mediante las cuales conocemos la protección divina. Cubriremos esas cuatro el próximo domingo. Oremos.

Señor, hay tanto aquí y es tan increíblemente rico, tan alentador para nosotros, que sentimos que si pudiéramos hacer algo, queremos reducir la velocidad y saborear todo pensamiento. No somos dignos de ser salvos. No somos dignos de ser guardados. No somos dignos de nada. Y pedimos, oh Dios, que nos hagas agradecidos. Perdónanos por llegar a dudar de tu regalo eterno. Perdónanos por cualquier tipo de adoración disminuida que ha emanado de un mal entendimiento de eso. Perdónanos por no honrarte como debes ser honrado. Por un regalo tan inmenso de misericordia perseverante y de gracia hacia nosotros.

Y, te adoramos, te amamos, te honramos, y esto por nuestra salvación. Y, sabemos que conforme vivimos nuestras vidas en este mundo, constantemente estamos deseando honrarte. Y, sin embargo, estamos constantemente conscientes de que es gracia lo que nos guarda, porque somos tan indignos. Te damos gracias por esta gran gracia. Y, esperamos la salvación que será revelada en el tiempo postrero. Te damos gracias por la fe perseverante y que perseveremos con toda nuestra fuerza y devoción, y compromiso. Y, como Pablo lo expresó, prosiguiendo a la meta de la semejanza a Cristo, porque esto demuestra nuestro amor hacia aquel que dio su vida por nosotros. Y, oramos en su nombre. Amén.   

        

     

  

 

 

 

 

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